jueves, 6 de junio de 2013

Perdidos entre la neurosis y un embarazo ectópico

Realmente es difícil determinar cuándo fue que comencé a presentar síntomas de citopatía, desde pequeña fui una niña muy débil que se enfermaba todo el tiempo. No podía pasar un mes de mi vida sin oír el discurso "Es que es muy delgada, es que no come". Es verdad, era una niña extremadamente delgada, y luego fui una adolescente extremadamente delgada. En constantes visitas al médico preguntaban a mi madre si sospechaba de un desorden alimenticio, tuve la suerte de que mi madre nunca dudó en mi estabilidad emocional, no sé que hubiese sido de mi si me hubiesen metido en el tren "anorexia nerviosa". 

Entre los 18 y los 22 años comencé a presentar dolores abdominales constantes, que me llevaron a visitar distintos ginecólogos y especialistas, cuando veían que estaba bien y no había ninguna razón orgánica para el malestar, creían que simplemente era una niña "muy sensible", inclusive una doctora llegó a creer que había sido violada de pequeña y sospechaba de algún tipo de neurosis o ansiedad.

Comencé a estar más enferma mientras vivía en Egipto, que debo decir no es la situación ideal para enfermarte de algo completamente desconocido, mis viajes de un médico a otro en un país tan distinto y en una realidad tan complicada me dejaron destrozada, estaba cansada de pasar por miles de pruebas y médicos y sobretodo de los diferentes diagnósticos que me hacían pensar más en un juego de loteria que en otra cosa: embarazo ectópico (que se desechó la idea gracias a una ecografía vaginal... gracias doctor) , amibas (con inyecciones de penicilina a domicilio), hepatitis, anemia (mi pobre hermana luchando por conseguir espinacas en Egipto), gastritis, etc, etc, etc. Obviamente miles de exámenes de sangre, orina, etc que siempre tenían el mismo resultado: Está todo bien.

Todos los médicos llegaban a la misma conclusión y tratamiento: Montse eres una niña muy nerviosa, no tienes nada, tienes que ser más tranquila y vivir una vida sin estrés.

Así que a  todos aquellos médicos que me trataron y que nunca creyeron que tenía algo: Si, era una niña nerviosa, nerviosa porque estaba muy enferma y nunca nadie creyó en mi. 

Algo que he aprendido en este "viaje" es que los médicos tienden a ser condescendientes con los pacientes cuando en realidad  no necesitamos un psicólogo o un amigo, necesitamos a un científico que no deje ir nuestro caso hasta encontrar una respuesta.

Yo tuve la suerte de encontrar ese médico, no sin antes tropezarme con 2 o 3 diagnósticos más... (Continuará)


Pasándolo bien, con citopatía y todo ;)
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2 comentarios:

  1. ¡Ahí duro Montse! Que no ha nacido todavía la mitocondria que pueda contigo.

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  2. ¡Gracias Toni! espero no encontrarla nunca! que vivan las mitocondrias! un besazo

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